miércoles, 27 de agosto de 2008

Conclusiones


Si el empate sobre la hora de Sosa el domingo pasado sirvió para algo más que para rescatar un punto, podemos también decir que:

1) otorgó un mínimo de justicia al resultado de un partido donde Indep*ndiente literalmente no pateó al arco más allá de la jugada del gol;

2) empezó a ventilar el humo que vende Borghi, quien terminó jugando sin delanteros y con los diez jugadores detrás de mitad de cancha;

3) consagró al rojo como el exponente más acabado de la amargura universal.

lunes, 11 de agosto de 2008

Meado por los elefantes



Se puede decir que Héctor Cúper tuvo suerte, o por lo menos alguna vez. En los primeros ochenta, y como jugador, integró el equipo que sería la excepción a la regla caballitense: el Ferro campeón de 1982 y 1984 lo contaba como zaguero central bajo el apodo de “cabezón”, gracias a una aparente habilidad para los remates de sabiola. Sin embargo, la historia más reciente lo muestra pasando siempre por el milímetro exacto donde la paloma desliza su pequeño bultito blancuzco.

Como DT se caracterizó, fundamentalmente, por perder finales y salir segundo, algo que por el Río de la Plata merecería el apodo de “Cebollita” o “Reuteman”. En 1992, al frente del Globito de Parque Patricios, vio escurrírsele de entre los dedos, en la última fecha y frente a Independiente, el último campeonato que otorgaba dos puntos al ganador de cada enfrentamiento. Si las innovaciones se hubieran adelantado unos meses tan siquiera, Huracán y Cúper daban la vuelta frente al rojo y el sexto grande nunca hubiera estado en discusión. Vélez Sarsfield, un año después, comenzaría con su racha ganadora que atravesó toda la década de los 90, durante la cual Huracán militó más de una vez en las segundas categorías. En 1997 pierde dos finales al frente del Mallorca, de España, ante Barcelona en la definición de la Copa Española, y luego a manos del Lazio italiano en la final de la Recopa Europea. Más adelante, ya como técnico del Valencia, es derrotado en dos nuevas finales, ambas de la prestigiosa Liga de Campeones: frente al Real Madrid, en París, en 2000; y ante Bayern Munich, en 2001 y en Milán.

“Cúper casi termina con mi carrera. Dejé Inter por su culpa. El sesenta porciento del equipo lo detesta, nunca ganó nada y siempre pierde las finales”, dijo el ex astro Ronaldo, en 2002, cuando abandonó el plantel del equipo italiano. Ocurre que el equipo azul y negro, bajo la dirección de Cúper, quedó segundo y tercero en los dos campeonatos italianos que atravesaron juntos. Sus últimas tres experiencias tampoco son las mejores. En 2004/05 dirigió nuevamente al Mallorca, club al que abandonó en 2006 mientras ocupaba la última posición del torneo. Más adelante condujo al Betis durante 14 partidos, del que fue expulsado al ingresar al penúltimo lugar en la clasificación. Finalmente, se puso al frente del Parma italiano, al que dejó al descender de categoría.

A pesar de esta seguidilla de segundos puestos y segundas divisiones, Cúper siempre siguió siendo convocado para dirigir. Pero había una deuda pendiente: conducir técnicamente a una selección. Esa deuda ya no pende más. Héctor Cúper es el nuevo entrenador de la selección de Georgia.

Los matutinos de hoy titulaban sus portadas: “Rusia bombardea la capital de Georgia. Es un infierno. La ciudad están en ruinas y hay cuerpos en las calles”.

martes, 5 de agosto de 2008

El ídolo y el tinto



Un post cortito para revivir el blog.

Hay que decirlo: Simeone tiene toda la razón en borrar al Burrito del plantel. Y no me vengan con la demagogia de que Ortega está enfermo, de que hay que ayudarlo, de que primero está la persona y después el jugador. Todo eso está muy bien. Pero Ortega se cansó de cagarse en su compromiso con el club y de hacerle tragar sapos al Cholo. Cada vez que caía en pedo a las prácticas, Simeone (atrapado esta novela del ídolo más grande que tuvo River en los últimos tiempos) tenía que inventar alguna gambeta diplomática. Ya del último episodio pesaba un ultimátum que Ortega no tardó en quebrar, acaso por enfermo, sí, pero también por experto en salirse con la suya con la impunidad de los intocables. Simeone, como Pellegrini frente a los caprichos de Riquelme en el Villarreal, no aceptó privilegios exclusivos para el Burro que lo desgastaban frente al resto del plantel. Y con esto se anotó otro poroto para demostrar que tiene pasta para la Selección. Chau, Ortega. Nunca te perdoné la expulsión del Mundial 98 ni la desidia del 2002. Ojalá te recuperes, así de paso dejás de fajar a tu jermu. Te quedará, eso sí, el consuelo de vivir siempre en el recuerdo de los hinchas de River.